El otoño es un buen momento para plantar árboles frutales evitando las altas temperaturas del verano y la excesiva humedad del invierno. Es una estación llena de colores cálidos que permite una temperatura óptima para el crecimiento y el trabajo del terreno. Las lluvias regulares y la disminución de las temperaturas es algo que favorece la aparición de nueva vida. Plantar un árbol frutal supone una gran dificultad, siempre teniendo en cuenta que nos encontremos en el momento idóneo para su realización. Para permitir su correcto crecimiento y enraizamiento, debemos escarbar un hueco en el sustrato que cuente con entre unos diez y quince centímetros a mayores del diámetro del cepellón. Gracias a esto, los frutales trasplantados tendrán espacio de crecimiento en la tierra suelta.